No quería terminar el año con una nota como esta, pero no hay remedio: Joan Didion ha muerto en Manhattan.
La vida y la obra de Didion no se entienden si no se toman en cuenta su tiempo y su lugar. Ella es una escritora que brilló especialmente en un tipo muy particular de “no ficción”: uno que se ha dado sobre todo desde el periodismo, en el medio editorial de los Estados Unidos, y que tuvo su periodo de mayor brillantez en el último tercio del siglo XX, con la obra de la misma Didion y de otros como Tom Wolfe o Hunter S. Thompson. No es del todo “autoficción”, “testimonio” ni “autobiografía” como se entienden ahora: la suya es una escritura del yo, pero también del mundo, que necesita hacer referencia a los temas de su momento para justificar el que sea publicada, y además sobreponerse a los prejuicios una cultura que desprecia (o monetiza) toda noción de “arte”
(Y peor todavía cuando el arte se manifiesta en algo tan intangible como la palabra escrita.)
Didion logró sobreponerse, y convertirse en una autora icónica, mucho más que una articulista o “creadora de contenido”, y esa es una medida de su tenacidad y de su genio que cualquiera puede ver. Lo demás, que es mucho, está en sus libros. Si no la han leído todavía, cualquiera es bueno para comenzar, pero El año del pensamiento mágico, a la vez riguroso y conmovedor, es una gran primera opción. Que sus textos sigan entre nosotros.
Joan Didion, descanse en paz. Hermoso reconocimiento para ella, no he coincidido con esta escritora, pero la tendré presente.